Mujer de afinado talle
Semblante terso y sutil
Cuerpo lleno de esencias
Esculpe al perenne núbil
Efigie angelical
Enaltece la lejanía prominentemente
Con su pecho febril y canto floreciente
Ella levita en el mar de la memoria
Como rehén que se explaya en la entelequia de la gloria
Su contextura se describe como instante de certeza
Perfecta conjetura y poesía que embelesa:
Sus cabellos tiritan como sedas sin prisa
Sus ojos parpadean reflejando su armonía
Sus labios susurran con el oleaje de la brisa
Su sonrisa lírica es apología a la alegría
Su rostro desnudo hace culto a la beldad
Sus facciones simétricas trastocan lo sublime
Su inocencia diáfana es oda a la deidad
Su pecho delicado ampara al sosiego inerme
Su silencio evoca el altar de lo desconocido
Su voz es melodía que metaforiza sin desvarío
Sus gemidos se ahogan en el abismo del olvido
Sus palabras versan prolijamente en el vacío
Su piel transluce los alegóricos delirios
Su tacto convierte la pasión en destino
Sus manos endebles y vértebras juguetean como dos niños
Sus caricias serenas plasman airosamente lo divino
Sus sentidos se consuman en los jardines erarios
Su existencia aclama la veneración eterna
Su silueta desvela los amaneceres octogenarios
Sus sueños son la asunción ineluctable del mañana
Sus lágrimas son la continuación de su ser en la alborada
Sus pasos recorren por el edén de la historia
Su soledad hace presencia en la ausencia disipada
Su sombra inefable es ensueño de obra literaria
Su aroma de higo impúber aviva los idilios
Su garbo aquieta el doblar de las campanas
Su sudor fino roza las entrañas sin litigios
Su pudor es lenguaje que enternece las almas
Sus pupilas se dilatan al percibir el enigma de la sin razón
Sus huellas transpiran efluvios de amor
Su mirada se obnubila al confrontarse con la imaginación
Su honra se disfraza de musa de dolor